martes, abril 08, 2008

Expíame

Primer amor maldito, ¡ya no te amo! Pero cada cierto tiempo tu rostro aparece súbitamente entre pensamientos descontextualizados, y me acosa, se fija como un presentimiento, sin razón aparente tu nombre se queda junto a mí y me pregunto cómo estarás, si has superado tu pena, si has encontrado un sueño… Mas junto a mí hay otro amor que sí amo y que no merece que te piense tanto… Te borro, te olvido nuevamente y sigo viviendo; no obstante, la vida es traviesa y cruza por mi camino hombres con un extraordinario parecido a ti… una vez vi por ahí caminando tus lentes, en una micro viajaba tu perfume, en un pasillo esperaba tu peinado excéntrico… y yo un asombro sincero; luego miedo. ¿Qué hace tu recuerdo mezclado en mis días, maldito primer amor? ¡Ya no te amo! Ya no te odio… Entonces, ¿qué haces aquí?

A veces es tal la insistencia tuya de aparecerte que quisiera buscarte y al fin saber si estás bien; si no me estuviste llamando inconscientemente como pertenencia tuya que, lamentablemente, soy. Sin embargo, desisto, es inútil, todas estas cosas me pasan sólo a mí, sólo a mí se me tropieza tu nombre, porque tú fuiste mi primer amor, pero yo no fui el tuyo. No te guardo rencor, en serio, ya te perdoné, ya no te odio, ya no te amo, y no te reprocho que penetrarme esa primera vez haya sido para ti sólo una vez más y placer, en serio, a mí también me gustaría recordarlo así, pero no puedo, ¡maldita primera vez! Como un conjuro me tiene encadenada a ti, condenada a recordarte, a ver tu fantasma, al impulso ridículo de ir a cuidarte… ¡Maldito primer amor! ¡Ya no te amo! Deja de atormentarme, yo lo di todo y mis piernas abiertas… yo sé que tú también diste algo, pero ya necesitabas otras piernas; y entonces te di mi perdón y mi venia. Por eso, te pido por favor, que me dejes ir, rompe el hechizo, no me llames más, ya no quiero ser tuya: quiero ser mía. Por favor, déjame ir, levanta la condena, expíame de la culpa de haberte dado aquella maldita primera vez con un gemido ahogado, por ser mi maldito primer amor idealizado.

jueves, abril 03, 2008

La historia de un Tú y un Yo

Había una vez… una señorita que le encantaba disfrazarse y jugar. Vestía los más extravagantes trajes y refugiaba sus travesuras en las más detallistas máscaras. Ella sonreía porque muchos sonreían con ella, atraía miradas, tuvo amigos y amores y amigos que se volvieron amores, caían en su boca besando la noche… pero ninguno permanecía en sus brazos llegada la mañana. No entendía por qué.

La señorita amaba incondicionalmente, perdidamente, pero nunca fue correspondida, porque ellos besaban a una persona que no existía, ¿cómo iban a amar, si al mirarla sólo veían una máscara vacía?

Un día conoció a un caballero fuerte, ganador de varias batallas, indiferente a todas las que no le merecían causa. Heroicamente llegó a salvarla el día que no se disfrazó: tragedia total, desnuda todos supieron cómo herirla, se miró al espejo y no supo si era realmente una señorita… ¿quién era? Un montón de lágrimas, preguntas y amor truncado: eso era. Él la abrazó hasta que su rostro ingenuo sonrió con sonrisa propia. Y fueron felices.

El abrazo aflojó entonces. El fuerte caballero ya no tenía fuerzas para seguir protegiendo, dijo misión cumplida y se fue. La señorita lo buscó, sin caballo y sin espada, salió tras él.

-¿Dónde estabas? ¿Por qué te fuiste?
-Porque las tormentas caen sobre mí, no te empaparé con ellas.
-No, no lo harás, porque yo secaré cada gota. No puedo evitar que llueva, pero puedo ser tu refugio mientras escampa.

Y entonces hubo muchos diluvios y sequías, pero descubrieron que las historias de amor no tratan sobre caballeros que rescatan señoritas, sino sobre personas que acompañan mutuamente sus días… y los días cambian de clima. Si este amor sobrevivió un verano, un otoño, un invierno y una primavera; entonces sobrevivirá la vida entera.
Erré el cálculo.
Esta historia,
este tú y yo,
terminó.