miércoles, julio 29, 2009

Tu más preciado secreto

Una vez más estoy aquí envidiando a una niña
débil, afortunada y linda
que tiene a tu mano derecho.
Y aunque yo puedo tener todo tu cuerpo
y los placeres que él sutil puede crear,
envidio a esa niña, porque puede crecer,
pero yo no puedo volver atrás.
Atrás, donde obligué a mi niñez a huir, a morir,
donde mi único juego era pretender ser mujer.


Cuando fui niña no me quisiste, y ahora que ya no lo soy,
sólo te enamoras de pequeñas indefensas.
Por eso yo la envidio, porque aunque yo soy tu más preciado secreto,
ella es tu más absoluta verdad.

Perdimos nuestro momento, querido, lo dejamos pasar;
yo nunca volveré a ser una niña
y tú nunca podrás vivir tus días
con alguien que se sepa cuidar,
necesitas ser más fuerte que tu amada por tu maldita inseguridad,
yo necesité hacerme más fuerte para defenderme de las malditas burlas.


Hoy sólo nos queda este amor muerto,
que ya tuvo principio y final,
hagamos el amor una vez más,
Nos lo debemos,
como capítulos que nos saltamos para avanzar.

En esta cama eres el más fuerte,
tan hombre, tan intenso en tu besar,
te aferras a mí con ese deseo que me debes,
con esas ganas de haber sido el primero,
y yo con mi entrega sumisa porque quise tanto que lo fueras.


No importa nada el futuro,
El tuyo es con esa niña, el mío con otro:
nuestros labios se buscan por el pasado,
nuestras manos se aventuran por lo que debió pasar
y nuestros cuerpos se unen por hacer justicia a la historia de nuestro primer amor,
que por miedos infantiles nunca sucedió.

jueves, julio 09, 2009

Para cuando vuelvas

Para cuando vuelvas quedan guardadas cada una de nuestras fotos en un cajón chico,
y con ellas todos los besos que les di en tu ausencia.
Y cuando vuelvas volveré a dormir con el peluche tibio
que me regalaste un día de sorpresas.

Para cuando vuelvas reservo el último suspiro de mi perfume fino
y no compraré otro para que no confundas mi cuello.
Para cuando vuelvas mi mejor vestido
y los aros de plata que me obsequiaste un catorce de febrero.

La sinceridad de mis gemidos
quedará reservada para cuando vuelvas,
y sólo entonces amor y placer sonarán como una única palabra.
Mi cuerpo será sometido a la escasez y a la fuerza, a riguroso masoquismo,
para estar bella para cuando vuelvas,
vuelvas a casa.

Para cuando vuelvas dejaré las visitas a todos los lugares bonitos e interesantes,
mientras tantos mis pies me llevarán solo a los que sean imperantes,
¡la rutina una forma de vida!,
y la sorpresa de tu retorno la esperanza de mi monotonía.

Callaré mis miedos y pausaré mis sueños,
pero seguiré viviendo
para estar aquí para cuando vuelvas;
y entonces te lo contaré todo,
la boca que hoy miente estar bien te confesará a gritos locos
que tuvo pánico a la soledad y a lo irreversible de tu decisión,
y que me prohibí llorar cada lágrima
para cuando vuelvas liberarlas todas en tu abrazo arrimada.

No he botado el boleto del cine
ni el vaso de dulce de leche cream,
porque aún bebo de su recuerdo,
y reemplazo por silencio los improperios
que te mereces por tirar nuestro amor por el suelo
y los convertiré en hermosos versos
que recitaré en tu oído cuando vuelvas.

Para cuando vuelvas escribo estas líneas,
para que cuando estemos juntos las leas y te rías.
Y si nunca vuelves, al menos quedará este texto,
testimonio de cuánto te quiero,
y la belleza redactada de cómo en esta espera ingenua, tonta esperanza, me muero.