domingo, octubre 25, 2009

Arrebato de perdonar

Ha habido veces en que he estado dispuesta a perdonar, en que escucho su voz y sé que la extraño, en que me encuentra su risa y recuerdo cuando yo la provocaba. Entonces, un impulso súbito de acercarme y confesar que no importa, que carezco de todo orgullo propio, un arrebato de perdonar.

Pero pronto recuerdo que no hay interés en mi disculpa, que no existe la mínima intención de recibirla, de recibirme… y me quedo aquí, con mi orgullo aparente, con mi soledad evidente.

Tal vez es obra de una sabiduría superior, una gracia medieval, que impide la enmienda de la amistad, pues probablemente nunca fue tal. Y así en el silencio son estériles las diferencias, no pueden nacer las peleas… tampoco las sonrisas… no surge nueva vida, pero tampoco heridas de muerte.

Su timbre suena en mi aire, y a veces me dan ganas de perdonar; sin embargo, en mi soledad estoy a salvo, aquí estoy a salvo.

miércoles, octubre 14, 2009

Admiración

Lo admiro. He de reconocer su grandeza en brindarle valor a lo deleznable. Contrita me quedo ante mi reacción primera de desdén hacia la estúpida. Pero él es probo al ver virtud en su pobreza de todo menos de lo obvio. Él es probo. Él es grande…

Tal vez carecer de inteligencia y pertinencia es una virtud. Tal vez le deja espacio ese vacío para la belleza.

Y tan magnificente es el espíritu de él que no sólo admira aquel ser que, tal vez erróneamente, desprecié, sino además lo pretende y canaliza sus sonrisas a proliferar las de ella, aboca sus esfuerzos a la comodidad de ella, que nada perturbe, ¡que nada perturbe!, que nadie inmute su vacío rebasado de encandiladoras linduras…