martes, diciembre 01, 2009

Ruido Ambiente

El ruido ambiente empezó a disminuir con delicadeza, interrumpida por un grito súbito de alegría o el estallido de un vaso en el piso. Las conversaciones a nuestro alrededor mutaban a manos tomadas y besos contra la pared. El cielo más oscuro y cada vez menos cigarros en la cajetilla. Tú y yo interrumpidos por la música que ya pocos bailaban, pero ambos le éramos sordos. Toda la vulgaridad y el exceso de la noche son aplacados por nuestras voces que brincan sutilmente del cine a la maldad del hombre, de la vida a la psicología, de la literatura a Dios. Y nuestros ojos reemplazan las estrellas en la sorpresa de este encuentro primero, porque este era el lugar y el momento menos pensado para la seducción en la inteligencia.

Tú te acercaste por mi vestido, yo por tu risa; con una intensión superficial fuimos atraídos inevitablemente a lo más profundo del alma y, sin tocarnos, sé que tú también te sentiste desnudo… No era la idea, fue casualidad, salió el tiro por la culata: tú me querías encandilar con palabras rebuscadas y preguntas asertivas que esperaban un gesto de asombro, ignorancia y admiración por respuesta; lo sé, yo quería lo mismo. Sin embargo, fuimos envueltos en un diálogo sin fin, en una trampa, que fue descubriéndonos mientras hablábamos, desvistiéndonos las máscaras… No caí en tu juego, ni tú en el mío; ambos caímos en un juego nuevo que la noche planeó, y el ruido ambiente empezó a disminuir con delicadeza, los individuos se convertían en parejas, el cielo más claro y los vasos definitivamente vacíos… Es conocimiento mutuo que podríamos encontrar el sol, tal vez varios soles, en el baile de nuestras palabras, y nos inundó un suspiro y el silencio en la certeza.

Entonces me dijiste:

-Tú sabes que esto va a suceder.
-Sólo falta saber quién lo confesará primero –agregué.

Tomaste mi mano y nos transformamos en una pareja más, dejamos nuestro puesto elevado y nos unimos a la juventud promedio. Confesaste primero, y cuando tus labios se acercaban a los míos, sentí que me iba a equivocar, pero me equivoqué.