Ahora que terminaste el trayecto más complicado del camino, ya puedo soltarte la mano; no hay más riesgo de tropiezos, ya no me necesitas. Sé que me pediste que no hiciera esto, que no te acompañara si cada paso me hería el alma, pero no iba a arriesgarme a que tu soledad te dejara inválido, preferí correr contigo sangrando y sonriendo.
Hoy el sendero se te presenta mucho menos escarpado, y yo tengo que retomar el mío, donde al fin podré olvidarte... permíteme esa paz. Porque el amor brilla aún en nuestros ojos, nuestras manos aún se buscan, nuestras voces insisten... y eso sólo lo opacará la distancia, distancia enorme entre tu camino y el mío, entre tu vida y la mía.
Te deseo lo mejor, espero que seas muy feliz, ojalá el paisaje de tu sendero tengas flores, risas y color sol. No te preocupes por mí, porque volveremos a estar juntos: nos veremos en el cielo, mi amor.