débil, afortunada y linda
que tiene a tu mano derecho.
Y aunque yo puedo tener todo tu cuerpo
y los placeres que él sutil puede crear,
envidio a esa niña, porque puede crecer,
pero yo no puedo volver atrás.
Atrás, donde obligué a mi niñez a huir, a morir,
donde mi único juego era pretender ser mujer.

Cuando fui niña no me quisiste, y ahora que ya no lo soy,
sólo te enamoras de pequeñas indefensas.
Por eso yo la envidio, porque aunque yo soy tu más preciado secreto,
ella es tu más absoluta verdad.
Perdimos nuestro momento, querido, lo dejamos pasar;
yo nunca volveré a ser una niña
y tú nunca podrás vivir tus días
con alguien que se sepa cuidar,
necesitas ser más fuerte que tu amada por tu maldita inseguridad,
yo necesité hacerme más fuerte para defenderme de las malditas burlas.
Hoy sólo nos queda este amor muerto,
que ya tuvo principio y final,
hagamos el amor una vez más,
Nos lo debemos,
como capítulos que nos saltamos para avanzar.
En esta cama eres el más fuerte,
tan hombre, tan intenso en tu besar,
te aferras a mí con ese deseo que me debes,
con esas ganas de haber sido el primero,
y yo con mi entrega sumisa porque quise tanto que lo fueras.

No importa nada el futuro,
El tuyo es con esa niña, el mío con otro:
nuestros labios se buscan por el pasado,
nuestras manos se aventuran por lo que debió pasar
y nuestros cuerpos se unen por hacer justicia a la historia de nuestro primer amor,
que por miedos infantiles nunca sucedió.