Quiero pensar que me llamo Penélope; aunque no sea así.
Partiste por una razón mayor que tú, y yo te espero; por eso creo que me debo hacer llamar Penélope. En mi larga espera elaboro el más grande y más hermoso tejido con hebras de sueños, palillos de amor y bordados de recuerdos; por eso creo que me debo hacer llamar Penélope. Mis más cercanos me recomiendan que no aguarde tu llegada, que aproveche mi propio tiempo; por eso creo que me debo hacer llamar Penélope. Junto a mí se acercan hombres que me pretenden y me lo manifiestan; por eso creo que me debo hacer llamar Penélope, pero el hecho de que no se llamen Odiseo y que esto no me sea relevante, creo que invalida el que me deba hacer llamar Penélope.
¡Oh, Odiseo! Mi amor, partiste y yo te espero; sin embargo sólo llegan otros… No te cambio por ellos, pero debo reconocer que los escucho, pues también escucho que mi vida debería seguir y no siquiera rumores de que la tuya vuelve a la mía.
¿Cuánto puede una mujer esperar? Para siempre. ¿Cuánto DEBE una mujer esperar…?
A veces recuerdo que no te llamas Odiseo y que yo tampoco Penélope. A veces recuerdo que mi vida no es una epopeya. A veces esto es un consuelo cuando bebo el fruto de Dionisio con los que me pretendieron y accedí. A veces con ellos miro al cielo en un intento de ver un futuro juntos, y se atraviesa un avión, entonces sonrío pensando que puedes ser tú al fin, porque a veces se me olvida que ya llegaste de la odisea, y que a pesar de eso, aún espero que vuelvas.
Por eso quiero pensar que me llamo Penélope; aunque no sea así, porque Penélope esperó y Odiseo volvió.
3 comentarios:
Yo pretendo ser, entonces Odiseo, y si después de 20 años he de volver... me desharé de tus pretendientes y permaneceré contigo. ¡Ítaca es nuestra!
El otro día encontré en un cuaderno de Lenguaje del colegio un texto que ahora no me acuerdo de quién era, que hablaba de la historia de penélope, pero en versión de que ella tejía en realidad sólo para pretender que esperaba, porque en realidad hacía lo que le daba gana.
curioso.
besos!
Qué melancólico...
Besos
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