Ese breve segundo en que decidió compartir conmigo más que palabras cordiales y bien intencionadas, más que bromas controladas, más que rutina y deber. Su voz fue luz y el contenido, secreto; algo íntimo y verdadero, pedacito de alma, cuerpo sin escudo, vulnerable.
Ese mágico segundo en que realmente lo vi y realmente lo escuché, y entendí lo hermoso que era. El privilegio de la confianza y la fortuna, la fortaleza de saber valorarla. El compromiso con su desnudez y el arrojo para protegerla, no con ropajes y finas sedas, con espejos, miles de espejos que lo exhibieran tan bello como yo lo vi, y le convencieran.
Ese bello segundo, punto de inflexión. Eres más humano ahora para mí.
Ese mágico segundo en que realmente lo vi y realmente lo escuché, y entendí lo hermoso que era. El privilegio de la confianza y la fortuna, la fortaleza de saber valorarla. El compromiso con su desnudez y el arrojo para protegerla, no con ropajes y finas sedas, con espejos, miles de espejos que lo exhibieran tan bello como yo lo vi, y le convencieran.
Ese bello segundo, punto de inflexión. Eres más humano ahora para mí.