Franco:
Llévame contigo en este sobre, déjame cuidarte yo, despega este último avión sin las penas del ayer… Esas se acabaron hace mucho. Te equivocaste, hermanito: no, no estamos iguales; no, no somos los mismos. Me aventuraría a decir que el cambio es para mejor. Y aunque no se note en lo superficial y nuestras sonrisas sean las mismas, aquí hemos sufrido mucho, y la pena enseña. No te quedes con penas viejas, ellas ya te enseñaron lo que podían, ahora date cuenta que tu papá no es el mismo, es mejor; que tu mamá no es la misma, es mejor; que tu hermana no es la misma, es mayor. Yo sé que quieres cruzar la cordillera, cerrar los ojos, ser lo más feliz posible y que cuando vuelvas todo esté igual… pero no lo estará. Por eso llévame en este sobre, quiero acompañarte en tu vida y mostrarte que no hay que huir de la pena, ni evitar lo desagradable, quédate, enfréntalo, aprende.
La distancia no es tan difícil como la pintan: uno se queda con las palabras bonitas, se evita todo los problemas molestos de la convivencia y la rutina. Y cuando al fin nos vemos, la reunión es una fogata donde tú me cuentas las anécdotas interesantes de tus historias, y donde yo te narro los capítulos destacados de lo que me ha pasado a mí. Un simple intercambio de novelas. Y te confieso: tengo miedo. Miedo a que cuando en dos años más vuelvas definitivamente, sigas viviendo a distancia, por evitar lo desagradable, como los evitas a ellos.
Las cosas más valiosas que he aprendido en estos dos años no han sido pasándolo bien, y yo quiero ser esa hermana que esté cuando me necesites, no sólo en amenas fogatas. No me evites a mí, yo no le tengo miedo a la pena, porque llorando y amando se supera. Le tengo miedo a la soledad. No puedo prometerte esta sonrisa de pendeja feliz, que te he ofrecido estos días de tu visita, como un estado constante. Voy a ser desagradable, pero te prometo ser tu hermana y que mis ojos, espejos de los tuyos, te seguirán esperando y apoyando a los papás –con los que hemos crecido tanto entre cigarro y cigarro- hasta que tu vida y las nuestras se puedan escribir en un mismo libro.
Llévame contigo en este sobre, porque tú te quedas conmigo en todo lo demás.
Llévame contigo en este sobre, déjame cuidarte yo, despega este último avión sin las penas del ayer… Esas se acabaron hace mucho. Te equivocaste, hermanito: no, no estamos iguales; no, no somos los mismos. Me aventuraría a decir que el cambio es para mejor. Y aunque no se note en lo superficial y nuestras sonrisas sean las mismas, aquí hemos sufrido mucho, y la pena enseña. No te quedes con penas viejas, ellas ya te enseñaron lo que podían, ahora date cuenta que tu papá no es el mismo, es mejor; que tu mamá no es la misma, es mejor; que tu hermana no es la misma, es mayor. Yo sé que quieres cruzar la cordillera, cerrar los ojos, ser lo más feliz posible y que cuando vuelvas todo esté igual… pero no lo estará. Por eso llévame en este sobre, quiero acompañarte en tu vida y mostrarte que no hay que huir de la pena, ni evitar lo desagradable, quédate, enfréntalo, aprende.
La distancia no es tan difícil como la pintan: uno se queda con las palabras bonitas, se evita todo los problemas molestos de la convivencia y la rutina. Y cuando al fin nos vemos, la reunión es una fogata donde tú me cuentas las anécdotas interesantes de tus historias, y donde yo te narro los capítulos destacados de lo que me ha pasado a mí. Un simple intercambio de novelas. Y te confieso: tengo miedo. Miedo a que cuando en dos años más vuelvas definitivamente, sigas viviendo a distancia, por evitar lo desagradable, como los evitas a ellos.
Las cosas más valiosas que he aprendido en estos dos años no han sido pasándolo bien, y yo quiero ser esa hermana que esté cuando me necesites, no sólo en amenas fogatas. No me evites a mí, yo no le tengo miedo a la pena, porque llorando y amando se supera. Le tengo miedo a la soledad. No puedo prometerte esta sonrisa de pendeja feliz, que te he ofrecido estos días de tu visita, como un estado constante. Voy a ser desagradable, pero te prometo ser tu hermana y que mis ojos, espejos de los tuyos, te seguirán esperando y apoyando a los papás –con los que hemos crecido tanto entre cigarro y cigarro- hasta que tu vida y las nuestras se puedan escribir en un mismo libro.
Llévame contigo en este sobre, porque tú te quedas conmigo en todo lo demás.
2 comentarios:
y tu hermano dónde se va?
(me gusta más 'hermano' que 'hermanito' jaja, suena muy socio compare huacho perro).
yo tuve un amigo que tb se fue dos años y aunque no lo conocía tanto, volvió algo distinto pero siguió siendo el mismo... y eso él me enseñó, que nosotros crecemos en el tiempo, que cada vez que cambiamos algo no es por ser diferentes sino que ser una versión mejoradas de nosotros, un versión.1, un versión.2, y así sucesivamente...
:) muy lindas tus palabras... pero no temas y que hermanito' tp lo haga.
cuñadita: muy lindas las palabras que escribiste para tu hermano... leímos tus cartas en el aeropuerto de Paris. Los extrañamos mucho y no te preocupes ya? tu hermano no vivirá a distancia, créeme.
Un abrazo
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