martes, marzo 11, 2008

Anoche

Anoche amé a otro hombre. No estaba a mi lado, pero en mi oído su voz me pidió que lo amara… y lo amé.

Anoche me suplicó con esa voz quebrada de los hombres que suplican y la vida se les hace un hilo que habla, que se humilla, que se sincera, que es de verdad… que, por favor, lo amara. Le regalé un te amo inocente, de lo contrario mi propia vida se apagaría por la culpa de quien asesina a un animalito que confió. Eran sólo palabras las que le di y cuando se las pronuncié me sorprendió sentirlas realmente. Él también se sorprendió. Y desesperó.

El animalito se volvió feroz, rugía y manoteaba con sus garras el vacío, su soledad. Estaba furioso, qué artimaña o truco, qué hechizo o brutal actuación desempeñaba la mujer en la que confió. ¡Traición! Tuve miedo; enmudecí. No me asustaron sus gritos: temblaba por mi susurro.

Cuando dejó de vociferar la exigencia de una explicación, me pidió que se lo dijera de nuevo.

-No.
-¡Dímelo!
-No.
-¡¡¡Dímelo!!!
-No. Y vas a aprender a no gritarme.
-Aprenderé cada una de las cosas que te hacen feliz y las haré diariamente, pero, por favor, dilo una vez más.
-Matías, te amo.

Me confesó el detenimiento de su corazón por un momento, nada cursi, simplemente un fenómeno biológico que no sufría hace tanto, y luego, súbitas ganas de llorar. Al recuperar la delgada fibra que le quedaba de voz me preguntó con sincera curiosidad mi mecanismo empleado, la fórmula que lograba remecer su pecho con una aseveración que él pidió como se pide un plato de un menú y que sabía no sólo falsa, sino que imposible por la certeza de la pertenencia de mi amor a un hombre que le precedía, y, despreciando su conocimiento previo, creerla verdad, jurarla verdad.

-No sé.
-¿Cómo? Sólo dime cómo puedes mentirme así.
-No estoy mintiendo –afirmé con una tranquilidad que desconocía poseer.
-¡Mentirosa! ¡Tú no puedes amarme! ¡No me amas! ¡Tú lo amas a él, al Superman!
-Sí, lo amo, es el hombre de mi vida; pero no te he mentido –la calma aún teñía mis palabras.
-¿Y entonces?
-Sólo dije lo que me pediste que dijera.
-¡Se lo he pedido a doscientas! Menos del diez por ciento accede, ninguna me hace sentir más que la vibración en los oídos. Pero tú… Dímelo.
-Te amo.

Callamos un momento. Supe que lloraba.

-¡Te amo, te amo, te amo, te amo! ¡Yo también te amo! Ayer no lo sentía, tal vez mañana tampoco lo sentiré, pero déjame decirte que te amo y no tomes en cuenta mis palabras. Te amo demasiado.

Era un hombre de nuevo, e imposibilitada de tocarlo, lo abracé, y amé toda la noche a un hombre herido, que no era el mío, pero que necesitaba saber sobre la existencia de su capacidad para amar… nuevamente. Su herida no me inspiraba lástima, sino un amor profundo que quise hacerle sentir posible de un emisor femenino con cualquier nombre, por casualidad esa noche fue el mío. Le entregué mi voz entera para evidenciar que los te amos pueden acompañar su nombre y estremecerlo… nuevamente. Le dije que descansara, que yo sin poder hacerlo le acariciaría el pelo hasta que cayera en sueños y que despertaríamos con un dulce recuerdo en los labios de una noche de amor. Yo lo amé, no fue imaginado. Yo amé a otro hombre.

Pero eso fue anoche.

13 comentarios:

Basquiat dijo...

habitando gratamente un laberinto hecho de sentimientos.

Jove Kovic dijo...

Ahora no sé qué decir. Me dejas sin palabras, me parece mentira que tengas veinte años. Y entiéndeme, no lo digo porque crea que veinte años es poco bagaje, o porque a los veinte años no se pueda ser otra cosa que veinteañero. Digo que me cuesta creer que tienes tu edad, porque yo necesitaría mucho más tiempo que ése, para poder decir lo que tú dices, y como lo dices.
Hasta pronto.

Santiago Paz dijo...

Yo no diría esas dos palabras, ni a costo de morir si no lo hago, cuando no lo siento de verdad.

Me gustó el trato, la letra y el ambiente que se forma.


Beijos.


atte:
Paz


P.S: Esto (".].exhibiendo.[.: Espero tus nuevas palabras niño... quiero leerte. Exhíbete pronto...") parece que fueron solo palabras de cortesía.

Richard Torchiani dijo...

Vengo a recorrer estas letras con la tranquilidad acostumbrada y Paf! no tienes decencia: acabas otorgándome frases tremendas

Gracias por la revuelta

SaLludos!

Ana Ortiz dijo...

Me hizo volar este relato y la música de tu blog a ese mundo que tu creas con tus palabras.

L. M. Armas dijo...

Dos cosas:


1. Estoy encantado por la analogía que haces entre los animales salvajes y los personajes, además por haberla incorporado a la narración con absoluta naturalidad.

2. Luego, el retrato sobre las consecuencias de aquella frase atroz (te amo) es conmovedora. Es tan atroz decir un "te amo" como necesitarlo.

Un placer enorme leerte, como siempre, niña. Un beso tibio.

L. M. Armas dijo...

Gracias por tu comentario. Eres un amor. Aquí hay algo que puede aclarar tus dudas:

http://en.wikipedia.org/wiki/Cheetos

Un beso, más tibio (yo diría caliente) que el anterior.

JRodriguezD dijo...

Buenísimo. Y que se repitan noches como la de anoche.

Roberto_Carvallo dijo...

Solo las mujres desesperadas o ultra soñadoras son capaces de amar a los hombres desesperados esos que perdieron el sueño y caminan como suicidas...aun que sea una noche...


saludos chica exhibicionista...


adios desde un aula bizarra.

Jano dijo...

Cual es tu msn?

Anónimo dijo...

Amor desesperado...

¿y cuál no lo es?

Un fuerte abrazo desde el Otro Lado, xiqueta.

Sinfónica dijo...

Entiendo todo y lo adiero a mi,
no hace falta hablar, y eso encanta cada vez mas en mi
te quiero
me quieres
eso importa.

Anónimo dijo...

Sensasional... Chocante... Impactante, realmente genial.

Felicitaciones amiga mia, tu redacción y tus sentimientos iluminan mis ojos.

Un abrazo.

El Trovador sin Rumbo...