Ya casi no te amo a ti, pero amo tus chaquetas. Conozco la textura y el olor de cada una de ellas mejor que tu piel. En ellas todo el invierno se posaban mis manos, mi rostro... ellas me acogían en su rugosidad; es lo más inmediato que tenía de ti.
Yo contigo era sonrisa, y ahora que soy sólo mi nombre y la evocación de tu rostro se me prohíbe difusamente, prevalece el cariño que me daban tus chaquetas y cada roce casual.
Ya se acerca el verano y no las usarás, déjame acostarme con ellas, porque sé que cuando despierte aún las tendré a mi lado para una caricia más.