Él peleaba con su lengua para que lo dejara decir más veces más rápido te adoro, te adoro, te adoro, te adoro mientras sus ojos y los de ella no se tocaban únicamente porque existían sus narices.
Ella pugnaba con sus labios para que la dejaran modular más veces más rápido te quiero, te quiero, te quiero, te quiero y no se notara que estaba conciente de pronunciar palabras que significaran menos.
viernes, mayo 29, 2009
domingo, mayo 10, 2009
Desaparición o Espejismo
¿Dónde estás, mi amor? No pudiste desvanecerte en el aire, nadie puede, y nadie puede extirpar un sentimiento de forma tan radical, como si jamás lo hubiera sentido.
¿Qué clase de hombre-témpano, de mente malvada, puede tomar una decisión de término sin que se le oprima el pecho, sin titubear un momento, sin meditar, ¡al menos!, una segunda oportunidad?
¿Dónde estás, mi amor? ¿Dónde las manos alborotadas, imantadas a mi piel? ¿Dónde las risas nerviosas, espontáneas? ¿Dónde tu demanda de mi tiempo, la exigencia de ver mi rostro y dormir junto a él? ¿Dónde el arrebato de raptarme, de venirme a buscar, de darme un beso, de tener derecho absoluto sobre mi cuerpo? ¿Dónde la malicia tierna, la mentira hermosa, el plan secreto para provocar la sorpresa en mis ojos, el ahogo en mi boca? ¿Dónde tu devoción por la belleza de mis ojos? ¿Dónde tu dedicación, dónde tu intención de aprender a amarme? ¿Dónde la certeza de que este es el momento perfecto, de que la vida insiste en juntarnos, de que ella conspira y maquina para que seamos una bella historia de amor? ¿Dónde? ¡¿Dónde?! ¿Dónde está? ¿Dónde estás, mi amor?
Tal vez fui yo… Tal vez espanté la esperanza, arruiné el plan maestro de la vida. Porque cuando vi tus ojos brillando con la misma intensidad, el mismo fulgor que los míos, me arrojé, abracé la belleza y la posibilidad, no esperé un segundo, no comprobé si era un espejismo o si era real, me lancé sin miedo a morir, ansiosa de ser feliz… ¡Lo siento! ¡Soy así! Y estoy aquí, ¿y tú? ¿Dónde estás?
¿Qué clase de hombre-témpano, de mente malvada, puede tomar una decisión de término sin que se le oprima el pecho, sin titubear un momento, sin meditar, ¡al menos!, una segunda oportunidad?
¿Dónde estás, mi amor? ¿Dónde las manos alborotadas, imantadas a mi piel? ¿Dónde las risas nerviosas, espontáneas? ¿Dónde tu demanda de mi tiempo, la exigencia de ver mi rostro y dormir junto a él? ¿Dónde el arrebato de raptarme, de venirme a buscar, de darme un beso, de tener derecho absoluto sobre mi cuerpo? ¿Dónde la malicia tierna, la mentira hermosa, el plan secreto para provocar la sorpresa en mis ojos, el ahogo en mi boca? ¿Dónde tu devoción por la belleza de mis ojos? ¿Dónde tu dedicación, dónde tu intención de aprender a amarme? ¿Dónde la certeza de que este es el momento perfecto, de que la vida insiste en juntarnos, de que ella conspira y maquina para que seamos una bella historia de amor? ¿Dónde? ¡¿Dónde?! ¿Dónde está? ¿Dónde estás, mi amor?
Tal vez fui yo… Tal vez espanté la esperanza, arruiné el plan maestro de la vida. Porque cuando vi tus ojos brillando con la misma intensidad, el mismo fulgor que los míos, me arrojé, abracé la belleza y la posibilidad, no esperé un segundo, no comprobé si era un espejismo o si era real, me lancé sin miedo a morir, ansiosa de ser feliz… ¡Lo siento! ¡Soy así! Y estoy aquí, ¿y tú? ¿Dónde estás?
¿Dónde estás, mi amor? ¿Dónde estás? En el futuro, quizás.
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