Con esta mano que acariciaste paciente dedo por dedo, en esta noche de luna llena, derramo la certeza de que volverás. Tú no lo sabes, pero volverás, para aprender a amar, y hasta que tus pasos no te traigan a mí todos tus caminos serás monótonos, sin pena, sin dicha, sólo sonrisas y lágrimas, ningún gesto reflejará la verdad de tu alma y ningún espejo tu identidad, sin poder conocerte ni entregarte jamás. Tus pies se cansarán, las piernas blandas, no existe en el mundo cama que pueda brindar a tu cuerpo reposo, y el alivio sólo llegará cuando tu mente recuerde mi nombre y me busques y me encuentres. Volverás, y el alivio se convertirá en sopor, y el sopor en hermoso y reparador sueño.
Con esta boca que te enseñó placeres tibios, en esta noche de luna llena, grito que me amarás. Porque yo vivía mis días y tú los mezclaste con los tuyos, porque te ofrecí risas y tú me pediste un te quiero, porque te pedí compañía y tú planeaste un futuro, porque me conformaba con tu voz preguntando por mi estado, y tú me regalaste sorpresas sólo posibles en cuentos de hadas… por eso me amarás, porque ahora, mientras te vas, y mientras te alejas sin que se te oprima el pecho, sé que no estás listo para eso, pero volverás, porque tú mismo escribiste el conjuro y elegiste mi voz, y ahora que te tapas los oídos, la luna danza conmigo y nos reímos porque siempre has dado el primer paso, porque siempre eres tú el que busca mis labios y el que sin previo aviso se congela asustado diciendo no te amo, dejándome con los brazos estirados. La luna lo sabe, una estrella se lo contó, la estrella que te trajo y que reconocí en tus ojos alumbrados de pestañas de sol. La Estrella de los Solitarios no se equivocó, ella sabe que eres tú, y yo sé que volverás, porque este es tu conjuro de amor, esta es la magia con la que teñí tu cuerpo, con mi lengua cada rincón.
Volverás niño, volverás cuando seas hombre, cuando lo hayas vivido todo siendo siempre un visitante, porque yo soy tu tierra, porque en mi vientre está el fuego que calentará tus manos, porque ya has conocido la profundidad de mis ojos almendrados, porque has provocado el gemido intenso y la lluvia de felicidad, porque puedes correr toda tu vida, pero volverás, porque necesitas aprender a amar, porque nunca imaginaste mujer de uñas fuertes y caricia de mar, porque jamás escuchaste vociferar teamos a un huracán, ni saboreaste besos dulces en el desierto inmenso, en el sentimiento eterno.
En esta noche de luna llena, con estas manos y esta boca mía, esparzo la luz blanca del conjuro que tendrá tu pecho atado, dejándote vivir en libertad siempre sediento, y cuando te hagan hombre los tambores del tiempo, volverás por el sorbo de vino de mis caderas que te embriague de la valentía que necesitas para desanudar los lazos de cargas añejas, ajenas. Sólo entonces tendrás la fuerza para admitir que hace años me elegiste para amar.
En esta noche de luna llena, existes tranquilo mientras te olvido, y a mi me tranquiliza la Estrella con un guiño, recordándome el único motivo por el que te dejo ir con un suspiro: el conjuro que llevas en la piel, en cada lunar, un conjuro de amor con mi nombre… tú no lo sabes, pero volverás.