domingo, septiembre 26, 2010

El plan

Está bien, no más máscaras para mí hasta que sea absolutamente necesario. No más construcción de fortalezas impenetrables hasta que el ataque enemigo sea evidente. No más piqueros temerarios hasta comprobar que el azul de la piscina es efectivamente agua. No más intentos de olvido, porque es imposible.

Con este nuevo marco de acción aguardo la señal, el debido tiempo en que me des permiso para entrar a la primavera, esta vez de día, no más estrellas para mí, sólo el brillo de tus ojos estrellados. Correría a tus brazos con flores y atardeceres de septiembre, mas necesito saber si hay agua, esta vez debo estar segura de que sí tienes agua...

Este es el plan: yo te querré y tú me querrás. E iremos desnudando nuestros corazones en un simétrico compás, dando sentido a cada movimiento en mutuo descubrimiento de ese inexplicable motivo que nos sumerge en unísona fascinación, en irreprimible atracción. No es magia, cariño, pero incluso si lo fuera, es conjuro ancestral de aquellos que hacen llover para que las plantas puedan crecer, para que los frutos logren madurar: es la naturaleza, es la vida, nada más. Es imposible no tener miedo, porque toda vida muere, pero es heroico danzar aún teniéndolo. ¿Escuchas la música? Ya no son sólo tambores, es armónico canto y un dulce piano, bailemos un lento, un paso tú y un paso yo, si quieres yo puedo empezar… mi mejilla acariciará la tuya, tus brazos protegerán los míos, mi nariz se encontrará con la tuya, tus pestañas de sol iluminarán mi rostro, mis labios te besarán… Seremos héroes cautos, tenemos un plan, iremos paso a paso, y cuando estés listo cuéntame tu marco de acción y dame la señal. Todos nos harán espacio en la pista, nuestro baile tendrá tal belleza que nos envidiarán.

Porque es imposible olvidar, estoy cansada de intentarlo, ¡llevo años! Creo que es parte del hechizo la prisión del recuerdo, ¿o es que acaso podrías olvidarme tú? Juro por la Estrella que no aventuraré otro olvido, ahorraré fuerzas para la difícil espera, esperaré tu señal, y si llueven mis ojos sin lograr florecer en tu vida siquiera un dulce fruto, al menos atesoraré cada detalle de ti como piedra preciosa, que no vive, que no crece, pero adorna. Y tendré la prisión más hermosa en la que nunca nadie ha vivido.

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