miércoles, octubre 27, 2010

Voz

No sé lo que está diciendo, podrían incluso ser solo barbaridades e insultos, pero se me presenta ya casi como una certeza mi irremediable enamoramiento: me estoy enamorando de su voz.

Sin embargo, el sentimiento no brota caprichoso por su simple emisión y el que llegue a mí en sonido: es más sublime que eso. Mariposas se liberan de su capullo cuando esa voz masculina se emula suave, juega despreocupada, adquiere formas dulces, se regocija en sí misma y se entrega en posiciones francesas.

Es un perfume de belleza obvia, comúnmente reconocido, pero no por eso las rosas dejan de ser hermosas, y hermosa esa voz ruboriza mis mariposas al punto de sentirse indignas de posarse en sus pétalos, los pétalos de ese aire que hizo metamorfosis en idioma.

Porque he escuchado a la misma persona hablarme horas en el dialecto compartido, y aunque mis labios le sonríen, la primavera se desata cuando su boca se dispone en posiciones que me son ajenas y florece esa voz profunda que algo le explica a una compatriota. Podrían ser barbaridades, injurias, no obstante, su aliento articulado en palabras francesas me sabe a declaración amorosa, a promesa inquebrantable, a deseo cariñoso y desenfrenado, a propuesta indecente pero caballerosa… Y entonces se me llena de pajaritos la cabeza, las mariposas se esconden en mi vientre (¡maldita primavera!), me enamoro de esa voz que me toca tan profundo en instintos irracionales, ondulando felinamente, contorneándose sensualmente, apoderándose del espacio todo, con el aroma romántico creado por la danza de su lengua y sus labios.

5 comentarios:

Santiago Arcos dijo...

¡Mariposas de la Galia! ¿Recuerdas mi nombre? Mi nombre de mortal, el que no sirve. Si lo recuerdas, recordarás que yo conquisté esa tierra futura de vinos y ciudades de luz. ¿Y si quiero deshacer a todos sus hijos con una sola palabra? ¿Qué sería de tus mariposas de la Galia? ¿Y si las quemo y las lanzo a los universos que los dioses inexpertos aprenden a crear? Sus empleos estelares no servirán en la égida de un mundo moderno, sonriendo como un oscuro mesías de destrucción. ¿Y si las aplasto para que crujan bajo mis pies? El fin de los tiempos necesita música adecuada para su ejecución. ¿Y si las asfixio contándoles cómo me caí? Alguien tiene que pagar por ello, los hospitales psiquiátricos ya se oxidaron y, por lo demás, he olvidado, por el momento, los viejos pilares del otoño.


¿Y si me alegro un poco porque encontraste lo que la fragua de mis manos no sabe producir? ¿Y si me alegro ante la sola posibilidad de que alguien te haga feliz? ¿Y si me pongo contento sólo porque sí? Sí, ese parece un buen camino. Me alegraré por tí cuando esté corriendo. Después de todo el isleño cantó "Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero, desde que sé que no vendrás más nunca, he vuelto a ser aquel cantar del aguacero..." pero me cantó a mi, este es mi cantó, que yo lo canto mejor que él.

Por mi vieja gloria romana, tú no esperarás en vano. Disculparás mi egocentrismo solidario, pero hoy no tengo ganas de la humildad que me regalaron en la iglesia.

Nos vemos pronto, Constanza.

.].ëXh!B¡ç¡øN!§Ta.[. dijo...

Gran César, señor de todas las palabras rebuscadas, emperador mío... ¿cómo podría olvidar yo su nombre?

Disculparás mi egocentrismo, mas he disfrutado tus celos, que se describen sutiles, como no queriéndose evidenciar del todo, pero son celos al fin y al cabo...

¿No sabes acaso que aún vive occidente de la gloria romana? Yo he esperado mucho en vano, de hecho, siempre lo hago, a pesar de mi impaciencia, así que ¡adelante!, intenta pisotear mis mariposas, porque yo no he encontrado nada, y menos al caballero que luche por mi sonrisa... ja!... ellos ya no luchan, somos nosotras las que debemos descender de las torres solitas...

Pero ya me conoces, soy una enamorada del amor y amaré a todo lo que me parezca digno de amar, sin importar correspondencia. No somos tan distintos tú y yo, mi Señor. Esta vez me enamoré de una voz.

No sabes cuánto te he extrañado, Santiago, querido.

DANI dijo...

Quien dijo que el amor entra sólo por los ojos...

Besos mudos

FALSARIO dijo...

por un instante pensaba que te referías a mi. respiré con alivio y con envidia cuando me di cuenta que no era por mi.
Te he descubierto y me han encantado tus letras. Me quedo con ellas. Un saludo de tu nuevo amigo falsario.

www.falsario.org

Kathia dijo...

Niña, a veces la vida con sus manipulaciones caprichosas hace que el presente y el pasado hagan interferencia. Y me encontré leyendo tus sueños premonitorios.

Así como hay gente que no cree en en el comunismo o en el horóscopo, yo no creo en la autocompasión ni mucho menos en exhibirla. Sin embargo tus coqueteos de musa cortazariana me han ayudado a valorar el tesoro que es el hoy y me permití exhibirme. Soy de las que se aburrieron de buscar caballeros andantes o redención en una copa. Soy de las que se aburrieron de seducir con su piel para luego contar las caricias que quedaron. Un día, también tuve la frialdad de un témpano y al siguiente, decidí que si cubría mi cuerpo, mi alma se vería más clara.

Nuestros egos aman todo lo que al vientre y al corazón deleitan, nos aferramos al sabor de la vida hasta el último rasguño, por doloroso que sea. Te dicen: si dejas el mundo, te lanzas a la nada, pero ¿crees que realmente fuera del mundo existe la nada?

Me gustaría responder las preguntas que dejaste plasmadas sin respuesta mucho tiempo atrás, decirte que sí, es posible que el deber ser y el querer más profundo se enamoren de golpe. Que cuando te lanzas al encuentro del Más Poderoso, sin titubear, sin confiar en nada más que Su decreto, Él te tiende un abrazo irresistible y mientras caes suavecito, Él te susurra que sí es posible amar, amar, amar, amar con la fe en el corazón haciéndote temblar y la pureza como guía.

Al final cada alma tenía un paralelo, una risa hecha de su misma risa, con un para siempre de verdad que ni siquiera se lo esperaba conscientemente ¡una sorpresa!

Del otro lado, niña, no hay espejismos, no hay pesadillas ni bellas tragedias puestas en poesía.

Que la paz esté contigo...