domingo, enero 23, 2011

Moloko

No tengo otra manera de llegar a ti que la imaginación. No puedo acariciarte de otra forma que con palabras. Palabras que te es imposible leer o escuchar, imposible saber que existen, que te las he escrito, y que se inspiran en un recuerdo tan breve de tu ser.

No sé mucho de ti, y lo poco que mi memoria atesora se alberga como un sentimiento cálido suficiente para esta ingenua que toma las aseveraciones de tus labios por verdades. No hay testigos ni fuentes que corroborar, ni las necesito. Me basta la tibieza que provocó el saber de tu existencia en este mundo de rutinas y deberes, donde escasea la magia de los encuentros casuales y la sorpresa de almas semejantes. Me basta tu nombre y lo que tu boca declamó esa primera vez donde no había nada que perder y la escueta probabilidad de coincidir.

Hay tanto que ignoro, y al mismo tiempo, nada que quiera indagar. Si aparecieras una segunda vez en mi vida, no preguntaría nada, conozco de ti lo suficiente para estirarte mi mano con la invitación de acompañarnos otras noches, ojalá también otros días... tal vez los labios además.

Mas la magia escasea, y creo que volver a ver tu rostro, para esta vez memorizar tus facciones, es mucho pedirle a la ciudad.

Esta luna me conformo con la tibieza, con el tenue candar que permite lo vivido; no sé si el amanecer tenga tan poca ambición.

jueves, enero 13, 2011

Transición

Camino por la ciudad, y su brisa tibia me acompaña. Todo me sorprende y me parece hermoso, como una galería de arte, donde contemplo las pinturas con admiración aunque sin entender completamente su significado.

La ciudad está llena de bellos cuadros móviles, y su estética es la realidad, que me desconcierta, como si mi caminar no formara parte de ella y mis pasos flotaran sin intervenir nada de lo que observo en silencio.

Floto en la vida, mi camino es difuso ahora que cerré otra puerta. Otra puerta que logré adornar con laureles cuyo aroma no puedo percibir. Pensé que la alegría sería mayor...

Ya aprendí a leer, ya aprendí a ser profesional, dos puertas cerradas de instituciones que diseñó la sociedad para preparar a sus habitantes para la vida. Aprobé con distinción, estudié tantas horas, amargas noches en vela, cumplí con todo lo sugerido y lo impuesto; pero no me siento preparada... y floto por la ciudad que juega con mi pelo y tiñe mi piel color sol. Es la transición en búsqueda de otro edificio, de una nueva institución, una puerta más, ahora toca aprender a trabajar...

¿Es la vida una serie de puertas? ¿Somos todos caminantes incesantes? ¿O soy sólo yo la que no pertenece a ningún lugar, la que siempre está de paso?

Mi vida está en pausa, esperando que alguien realice esa llamada y ponga play otra vez para llevarme de vuelta a la realidad, suspendiendo mi flotar, con una nueva canción, ¿cuál será el estilo musical en esta oportunidad?