En el departamento a oscuras, el ventanal que exhibía Santiago de noche parecía un cuadro luminoso. Bebimos Martini, sentados frente a frente, contemplando la sobrecogedora vista, y sólo las luces de la ciudad dibujaban tu rostro. Me puse de pie para robarle algo de protagonismo al paisaje y seguiste mi impulso, pero no dejaste de hablar de esos interesantes y profundos temas que me encanta escuchar excepto cuando se nos regala la soledad.
Me volví a ti y con un dedo en los labios predispuse tu boca para el beso que aún no ocurría. Luego tomé tus manos y las guié a tu pieza sin dejar de mirarte a los ojos, casi temiendo que se rompiera el hechizo y que Santiago te volviera a hipnotizar. Una vez junto a tu cama, solté tus dedos y con los míos me saqué la polera gris y desabotoné lentamente tu camisa a cuadros. Di un paso más cerca para que sintieras la tibieza de mi piel, abrazándome a tu cuello. El contacto te hizo despertar y, como recién entendiendo mi intención, con una mano aferraste mi cintura y con la otra mi cabeza para protegerla mientras tu rápido pero delicado movimiento me acostaba en la cama de blanco cobertor.
-Eres incluso más bello a la luz de la luna.
Y me besaste por fin.
5 comentarios:
íntimo ;)
Los musulmanes te persiguen.
Quizás demasiado romántico para el estado de ánimo en el que estoy. Los musulmanes te persiguen? Buena pregunta. Lee mi mail. Besos.
Hace tiempo que no pasaba por estos lugares. Te mando un abrazo :)
para los que aun duden que existe la magia de hacer y dejarse llevar.
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