sábado, julio 02, 2011

Un capítulo

Ya fue el adiós, y el alivio de haberlo dicho todo y de despedirse con un beso es de una belleza poética, tenue y tranquilizadora. Sin embargo, muy a mi pesar, la ilusión no se retiró contigo: aún te espero; algo me dice como consuelo que volverás… tal vez mi masoquismo. No obstante, no duele, como la incertidumbre o como la frustración de la expectativa diaria.

Ya fue el adiós, y estoy en paz. Te espero sin esperar, no me paraliza la vida el sentimiento ni me moviliza a buscarte la ilusión. Hoy me sobrecoge la dulzura de nuestra despedida y la tibieza que me acompaña en el pecho esboza mi sonrisa.

Que el círculo se haya cerrado tan prolijamente es un sueño cumplido, libertad para mi corazón. Sólo me pesa que haya tenido que tener un final, esta historia en la que aún había tanto que narrar, tantos capítulos que planeamos y que nunca llegamos a escribir. Tal vez fue lo mejor, menos recuerdos son menos recursos para sufrir cuando los protagonistas deciden vivir cada uno su propia novela.

Pero yo no olvido. Quedó pendiente nuestro paseo por Valparaíso. También ir a comer comida árabe y pedir sushi en abundancia. Incluso insinuamos un viaje a Brasil. Leer juntos, sacarte una foto, ir a bailar. Y lo más importante: decir que sí cuando me volvieras a pedir que me quedara a dormir contigo.

Quedó pendiente, pero ya fue el adiós, y es tiempo de vivir mi novela.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es por esto, que odio las despedidas… Los “Adioses”

Basquiat dijo...

ciertamente la belleza permanece por sobre la tristeza, tal como lo has narrado, conmovedor.
besos.