Había una vez… una señorita que le encantaba disfrazarse y jugar. Vestía los más extravagantes trajes y refugiaba sus travesuras en las más detallistas máscaras. Ella sonreía porque muchos sonreían con ella, atraía miradas, tuvo amigos y amores y amigos que se volvieron amores, caían en su boca besando la noche… pero ninguno permanecía en sus brazos llegada la mañana. No entendía por qué.
La señorita amaba incondicionalmente, perdidamente, pero nunca fue correspondida, porque ellos besaban a una persona que no existía, ¿cómo iban a amar, si al mirarla sólo veían una máscara vacía?
Un día conoció a un caballero fuerte, ganador de varias batallas, indiferente a todas las que no le merecían causa. Heroicamente llegó a salvarla el día que no se disfrazó: tragedia total, desnuda todos supieron cómo herirla, se miró al espejo y no supo si era realmente una señorita… ¿quién era? Un montón de lágrimas, preguntas y amor truncado: eso era. Él la abrazó hasta que su rostro ingenuo sonrió con sonrisa propia. Y fueron felices.
El abrazo aflojó entonces. El fuerte caballero ya no tenía fuerzas para seguir protegiendo, dijo misión cumplida y se fue. La señorita lo buscó, sin caballo y sin espada, salió tras él.
-¿Dónde estabas? ¿Por qué te fuiste?
-Porque las tormentas caen sobre mí, no te empaparé con ellas.
-No, no lo harás, porque yo secaré cada gota. No puedo evitar que llueva, pero puedo ser tu refugio mientras escampa.
Y entonces hubo muchos diluvios y sequías, pero descubrieron que las historias de amor no tratan sobre caballeros que rescatan señoritas, sino sobre personas que acompañan mutuamente sus días… y los días cambian de clima. Si este amor sobrevivió un verano, un otoño, un invierno y una primavera; entonces sobrevivirá la vida entera.
La señorita amaba incondicionalmente, perdidamente, pero nunca fue correspondida, porque ellos besaban a una persona que no existía, ¿cómo iban a amar, si al mirarla sólo veían una máscara vacía?
Un día conoció a un caballero fuerte, ganador de varias batallas, indiferente a todas las que no le merecían causa. Heroicamente llegó a salvarla el día que no se disfrazó: tragedia total, desnuda todos supieron cómo herirla, se miró al espejo y no supo si era realmente una señorita… ¿quién era? Un montón de lágrimas, preguntas y amor truncado: eso era. Él la abrazó hasta que su rostro ingenuo sonrió con sonrisa propia. Y fueron felices.
El abrazo aflojó entonces. El fuerte caballero ya no tenía fuerzas para seguir protegiendo, dijo misión cumplida y se fue. La señorita lo buscó, sin caballo y sin espada, salió tras él.
-¿Dónde estabas? ¿Por qué te fuiste?
-Porque las tormentas caen sobre mí, no te empaparé con ellas.
-No, no lo harás, porque yo secaré cada gota. No puedo evitar que llueva, pero puedo ser tu refugio mientras escampa.
Y entonces hubo muchos diluvios y sequías, pero descubrieron que las historias de amor no tratan sobre caballeros que rescatan señoritas, sino sobre personas que acompañan mutuamente sus días… y los días cambian de clima. Si este amor sobrevivió un verano, un otoño, un invierno y una primavera; entonces sobrevivirá la vida entera.
Erré el cálculo.
Esta historia,
este tú y yo,
terminó.
6 comentarios:
Y aquel caballero se alejo, pero llevándose consigo el pañuelo perfumado que aquella princesa le había obsequiado en señal de agradecimiento.
Así se marcho, para enfrentar mil y una batallas con su espada y su escudo.. Su enorme escudo que a esas alturas estaba un poco oxidado y algo maltrecho.
No hay más princesas ni señoritas por salvar. Hay feudos que conquistar, Dragones que combatir. Pero siempre guardara bajo su pesada armadura, aquel perfumado recuerdo.
¿Sera que aquellas batallas le darán un respiro para dejarlo volver?
Espero que tanta tristeza sea sólo ficción. El texto, como siempre, me conmueve.
Besos desde el otro lado, cuídate.
Qué emotivos son tus textos.
Puros, transparentes como el cristal.
Soy papá de una única hija única y me gustó especialmente la historia de Panchita.
Me hiciste recordar preciosos regalos y, de paso, llorar.
Con qué derecho, niña?
Vuelve a deleitarme tu exhibicionismo, la desnudes de tus cálidos y a la vez intensos sentimientos, que no serían perceptibles si no fuera por la prominente brillantez de tu prosa.
El caballero se fue pero quedó una princesa, dueña de una magia deslumbrante que radica, nada más y nada menos, que en sus palabras.
Un beso, preciosa.
Sabes... yo tejo una historia similar por aquello de las casualidades y le pido a un no sé quien, que me dure toda esta vida... al menos para poder renacer
Beso de agua
"pero descubrieron que las historias de amor no tratan sobre caballeros que rescatan señoritas, sino sobre personas que acompañan mutuamente sus días…"
si, pienso que es así, casi así, es decir, dentro de eso hay muchas cosas más, y definitivamente, el amor hace cosas maravillosas, el amor pero el del bueno, el buen amor que no busca dañar ni destruir.
Saluditos!!
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